«Nadie merece este castigo.

Por mucho que haya hecho, no me lo merezco.

  • Sin acusación, acusada.
  • Sin pruebas, señalada.
  • Sin alegaciones, procesada.
  • Sin posibilidad de defensa, ni defensores.
  • Sin juicio, sin juez, culpable.
  • Sin veredicto, castigada.

Y no sé el porqué. ¿Qué paso?, ¿Qué ocurrió para desencadenar esta persecución o este vacío?

Vacío de funciones, de tareas, de palabras, de compañeros, de pertenencia, de gestos…. De gestos no, gestos hay y son demasiados.

El vacío duele más que los golpes.

¿Cómo hemos llegado a esto?

La inseguridad, la ansiedad, el miedo completan mis días.

La ansiedad al dirigirme hacía allí, al llegar, al estar. Esa ansiedad cuando alguien llega, me mira, pasa por mi lado. Esa ansiedad a que me hablen, me ignoren, me pregunten o me manden.

El miedo al que pasará, sí pasará o no pasará, ¿Qué tocará hoy?, ¿la nada o la crítica?, o las dos cosas a la vez?

Y las caras, las miradas que me huyen, la pena.

Doy pena.

¿Qué hay peor que dar pena?

Doy pena, pero nadie lo dice.

Doy pena, lo sé.

Doy pena a cada uno de ellos.

Doy rabia, no me quieren.

Doy rabia, y no me sueltan.

Al suplicar, ¿Qué daré…pena o rabia?»

Photo by Ron Lach on Pexels.com

Todo comenzó hace mucho. Aún hoy, no entiendo qué lo desencadenó, ni siquiera cuándo empezó.

En este tiempo, me he humillado, llorado y suplicado. Me he enfadado, he reivindicado mi puesto, un trato igual. Para luego, volver a esconderme y querer desaparecer.

No soy la que era, y lloro al pensar que jamás lo volveré a ser.

Hubo un momento en el que todo se torció, algo cambió.

Me hablaban pero muy poco, dejaron de invitarme a reuniones, se olvidaban de mis asuntos, nunca tenían tiempo para hablar conmigo, dejaron de interesarse por mis temas, no me concedían presupuesto para proyectos pero sí resultados…

Mi trabajo es criticado, todo lo que hago tiene un pero.

  • Desde el color de los gráficos en una presentación
  • hasta con quién almuerzo.
  • Se revisa todo lo que hago.
  • Advierten a otros que no me pregunten.
  • Críticas veladas, otras directas… en publico y en privado.

Pero eso no es suficiente, aún merezco mayor castigo.

  • Me quitan funciones
  • Acceso a mi carpeta personal.
  • Cambio de categoría profesional.
  • Cambio de ubicación.
  • Me ignoran en la oficina pero me llaman fuera de horario laboral.
  • Redacto documentos que luego son borrados.
  • Olvidan incluirle en las comunicaciones.
  • En las reuniones, si escucho no contribuyo, si hablo no aporto.
  • Allí sentada espero mi turno que no llega.

-«¿hemos hablado todos?

– falto yo

– ah, sí, habla…

– (…)

-hemos terminado.

Quiero y deseo que algo pase.

Quiero y deseo que vuelvan a confiar en mi.

Quiero y deseo que me despidan.

Tengo miedo.

Esto no acabará.

4 respuestas a “Historia de un acoso

  1. A Dios gracias no soy victima, pero a partir de algunos artículos que pude leer de los que usted escribió, me interese y haré seguimiento, gracias por transmitir sus conocimientos, estaré atento

    Me gusta

Deja un comentario