Como he llegado tarde, voy a salir pronto.

Compañero de trabajo
Contar los minutos
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Recuerdo cuánto nos reíamos ante esta frase.

Un compañero de trabajo llegaba tarde todos los días a la oficina, entre 10 a 20 minutos. Y cuando bajábamos a almorzar, 30 minutos, en algún momento espetaba: «Como he llegado tarde, voy a salir pronto» y así lo hacía.

A veces se levantaba y se iba, otras indicaba la razón de salir un poco antes, otras salía más tarde y lo hacía constar, y por supuesto otras salía a la hora.

Por el contrario, otra compañera llegaba siempre puntual, y siempre puntual abandonaba su trabajo al finalizar la jornada.

Curiosamente, era esta última la que recibía algún comentario como «suelta el boli en cuanto son las 15h».

La impuntualidad recurrente o las ausencias pueden deberse a una ruptura del contrato psicológico con la organización

Presagia una futura separación.

Podemos justificar esta impuntualidad por la picaresca de algunas personas que por alguna razón o por alguna característica innata o circunstancia consiguen mejorar su horario respecto a sus compañeros/as.

He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo.

La conjura de los necios. John Kennedy Toole.

Sin embargo, la impuntualidad pueden esconder algo más…

Investigaciones como la de Zimmerman (De cuerpo presente: un estudio de Evitación del trabajo, 2007) ya señalaban a la impuntualidad como predictor de abandono voluntario del trabajo.

La impuntualidad como mecanismo de compensación de justicia organizacional.

Violar el contrato psicológico tiene consecuencias, y la evitación del trabajo es una de las más dañinas.

La evitación provoca mayor daño que la separación.

La evitación consciente del trabajo o la renuncia psicológica persigue equilibrar un trato percibido como inequitativo: las condiciones laborales pactadas, los acuerdos verbales por parte de la empresa o las promesas de jefes o responsables de RRHH pueden provocar una cruzada en busca de esa justicia organizacional.

En un afán por conseguir justicia, la persona puede tomarse algunas licencias que compensen la ruptura de una promesa o expectativa, que equilibren «lo que doy con lo que recibo«.

El contrato psicológico va más allá del contrato jurídico o laboral, al recoger las expectativas, compromisos implícitos, percepciones y creencias sobre la relación laboral.

La formación del contrato psicológico comienza con el proceso de reclutamiento, incluso puede que antes…

La percepción de bajos niveles de justicia organizacional y baja satisfacción laboral precede a la evitación del trabajo.

Evitación del trabajo

La evitación del trabajo se manifiesta como una renuncia psicológica que motiva a los empleados a evadir sus responsabilidades laborales, fingir que se trabaja y realizar el mínimo esfuerzo requerido para mantener el empleo (Zimmerman, 2007,p.22).

La impuntualidad, el absentismo, disminuir la intensidad del trabajo, ocuparse en otras tareas dentro de la jornada, pasear, visitar compañeros/as, enredar, el teléfono, las redes sociales son conductas que evidencian esa renuncia psicológica, esa ruptura.

Sin embargo, ruptura no implica separación.

Por lo que nos podemos encontrar muchos empleados atrapados en relaciones rotas, y a muchas empresas repletas de cuerpos presentes.

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